viernes, 2 de abril de 2010

ENDORFINAS DROGA DEL BIENESTAR

Carmen Sánchez Mora
María Emilia Beyer 



LAS ENDORFINAS SON SUSTANCIAS NATURALES SINTETIZADAS POR EL CEREBRO QUE, ENTRE OTRAS COSAS, ALIVIAN EL DOLOR COMO SÓLO PUEDEN HACERLO LOS OPIÁCEOS QUE INCLUYEN A LA MORFINA, LA HEROÍNA Y LA CODEÍNA.


SIN EMBARGO, LAS ENDORFINAS NO TIENEN LOS EFECTOS SECUNDARIOS QUE ACARREAN LAS DROGAS AL SISTEMA NERVIOSO.

TAL VEZ TENGAS algún amigo que no sale del gimnasio o que no puede dejar pasar un solo día sin ir a correr; después de todo es común que la gente experimente cierta plenitud después de hacer ejercicio. Si la palabra droga significa en su sentido más amplio cualquier sustancia o actividad que modifique el temperamento y cause dependencia física y psíquica, cabe preguntarse si una persona que quiere hacer ejercicio todo el tiempo, que esta de mal humor si no lo hace, o que afirma sentirse “liberado” después de hacer ejercicio pesado, se está “drogando” con la actividad física.

Un gran número de de estudios muestran que el ejercicio vigoroso puede desencadenar (como afirman los que lo practican) sensaciones de felicidad, tranquilidad, euforia y creatividad. Estas sensaciones pueden durar desde unos cuantos minutos hasta varias horas después de haber realizado actividades físicas pesadas. ¿Qué es lo que causa estas respuestas cuando se hace ejercicio?

A pesar que de que los estudios científicos se muestran cautelosos para brindar una explicación, desde hace tiempo se sabe que cuando realizan actividades físicas fuertes del cerebro produce una gran cantidad de sustancias llamadas endorfinas. El doctor Daniel Carr del Massachusetts General Hospital, registró un aumento significativo en la liberación de endorfinas en grupos de corredores voluntarios y profesionales cuando corrían durante tiempos prolongados.

La principal acción de las endorfinas es bloquear los detectores del dolor en el cerebro. Las zonas del cerebro implicadas en la liberación de endorfinas para producir analgesia se encuentran en el encéfalo y el mesencéfalo. Cuando nos damos un golpe sentimos dolor en el momento mismo, pero al cabo de unos segundos generalmente éste desaparece o se atenúa. Podemos decidir que el cuerpo a reaccionado al dolor sintetizando las endorfinas necesarias para atenuarlo el dolor que dura un breve periodo nos brinda una señal de vital importancia, pues puede estar indicando que biológicamente algo funciona de forma inadecuada en nuestro cuerpo. Sin embargo, un dolor crónico o de duración prolongada es algo de lo que todos queremos escapar. Según un reconocido atleta de alto rendimiento, “El dolor duele: eso es lo que significa la palabra”

Curiosamente las endorfinas tienen una estrecha relación con la liberación de ACTH, una de las hormonas que se liberan durante el estrés. En 1977 los doctores Roger Guillemin y Floyd Bloom del Instituto Salk establecieron que la ACTH y un tipo de endorfina, la beta-endorfina, se originan a partir de la misma proteína llamada POMC. Ambas sustancias tienen un comportamiento cíclico durante las 24 horas, en las que su liberación aumenta o disminuye dependiendo de la hora del día o las necesidades a las que está expuesto el organismo.

Dentro del cerebro, las endorfinas buscan unirse a los receptores que están en las neuronas para transmitir sus mensajes químicos. Como resultado de la activación por el estrés o el dolor, las endorfinas se liberan y al unirse con los receptores producen efectos de euforia, depresión respiratoria, reducción de la movilidad gastrointestinal y analgesia. Los receptores sin embargo también responden al contacto con los opiáceos, es decir las drogas derivadas de la amapola del opio como es el caso del opio mismo, la heroína, y la codeína. La administración extrema de morfina y heroína como calmantes del dolor para los heridos de guerra genero una dependencia absoluta por parte de los pacientes. Los efectos adictivos de los investigadores pues antes de conocer la existencia de las endorfinas no era fácil explicar porque una droga tenía un receptor en nuestro cerebro que, aparentemente estaba diseñado para recibirla a la perfección. ¿Cómo ocurre la dependencia? Las drogas derivadas del opio comparten muchas similitudes bioquímicas con las endorfinas. Para diferenciar un grupo de otro, a las drogas se les llama opioides. Ahora sabemos que los receptores de las endorfinas aceptan la unión con los opiáceos dada su similitud molecular. Así cuando los receptores en el cerebro obtienen la droga de manera eterna disminuye la síntesis de endorfinas. Al aceptar las moléculas de las drogas los receptores bloquean la posibilidad de unión con las endorfinas naturales. Las drogas actúan y se generan, (cuando menos el principio) una sensación de bienestar. Por esto el cerebro no acepta fácilmente que la droga se le retire. Se a creado una dependencia en la que el organismo necesita las sensaciones de analgesia y euforia pero ya no puede producirlas en el propio cerebro; al menos, no en las que se administran los opiáceos.

UN POCO DE HISTORIA

Desde la más remota antigüedad el hombre utiliza todo tipo de métodos para intentar aliviar el dolor, desde los amuletos hasta los principios de las plantas medicinales. Sin embargo una vez que se descubrieron ciertas drogas concretamente las derivadas del opio, estas han sido las preferidas en la lucha contra el dolor debido a su efectividad. Ya en el año 1500 a.C. los egipcios descubrieron las cualidades medicinales del opio extraído de la amapola; en Grecia el opio se mezclaba con vino y la poción se repartía entre los ejércitos para aliviar el dolor y hacer olvidar las penas a los soldados. El uso del opio en china y posteriormente en Inglaterra dejo entrever que el consumo de este tipo de productos trae dos problemas graves: la adicción y los efectos secundarios. Con todo en la actualidad los derivados del opio siguen siendo las sustancias más efectivas para combatir el dolor.



En 1972, Huda Akil de la Universidad de California en Los Angeles descubrió que estimulando eléctricamente ciertas zonas del cerebro de la rata se producía un efecto analgésico en el animal. Este efecto era neutralizado con la Naxalona una sustancia que revierte también los efectos analgésicos de la morfina. Tal hallazgo parecía mostrar la existencia, ya intuida, de un producto o de un producto con características semejantes a las de los opiáceos como la morfina pero sintetizados por el organismo animal. Es decir era como haber encontrado una especie de morfina interna, capaz de actuar sobre el organismo que la había sintetizado.


En 1975 John Hughes, de Aberdeen Escocia, logro aislar del cerebro del cerdo sustancias que poseían prácticamente la misma actividad opiácea que la morfina, a las que denomino Leucinencefalina y Metionin-encefalina. En un principio se creyó que las encefalinas que las encefalinas iban a sustituir rápidamente el uso del opio y sus derivados, pero pronto se descubrió que la duración de su efecto era mucho menor que la de los opiáceos clásicos.

En las membranas neuronales existen unos receptores especiales en los que se fijan las encefalinas. Al fijarse en estos receptores, las encefalinas ocasionan que el impulso nervioso transmitido sufra una disminución; por ello es que funcionan disminuyendo el dolor ya que impiden los mensajes al cerebro de “dolor” que provienen de distintas partes del cuerpo.

A mediados del los 60 Choh Li de la Universidad de California en Berkeley aisló una hormona a la que llamo B-lipotropina de Li y registro que una porción de esta tenia propiedades analgésicas. Pronto el mismo grupo de trabajo de Hughes quien dio el nombre de endorfinas a estos péptidos semejantes a la morfina. Por cierto el nombre significa “morfina interna”.

El hallazgo de las endorfinas y los receptores de los opiáceos ha llevado a emocionantes descubrimientos en las neurociencias y generando un nuevo interés en el funcionamiento del cerebro y la conducta humana.

A pesar de que se sabe cómo funcionan químicamente las endorfinas su papel en los procesos fisiológicos no está completamente entendido, pero aun así no dejan de llamar la atención las posibles relaciones entre las endorfinas y una sensación de bienestar o felicidad, justamente lo que algunas personas buscan en las drogas.

¿FORZANDO CERRADURAS?


Los estudiosos de los efectos de las drogas opinan que estas tienen la capacidad de generar las respuestas tan dramáticas en nuestro cuerpo porque estamos preparados para reaccionar a ellas, es decir, de forma natural contamos con receptores tanto para las endorfinas como para sustancias bioquímicamente similares.


Algunos investigadores han propuesto modelos para explicar cómo actúan las drogas en nuestro cuerpo en relación con las endorfinas. Uno de estos modelos propone que el mecanismo de acción de las drogas puede equiparse una puerta cuya cerradura puede ser abierta por una llave que embona perfectamente (las endorfinas) o por una llave muy parecida (las drogas). El uso de estas últimas hará que dañe el mecanismo de la cerradura hasta que la puerta quede abierta para siempre. La puerta cerrada con la llave correcta bloqueara del dolor hacia el cerebro; en cambio, la puerta que ha sido forzada varias veces con la llave incorrecta poco a poco dejaría pasar al dolor indiscriminadamente. Así, se requeriría de un mecanismo sucedáneo (el uso creciente de las drogas) para intentar cerrar la puerta. Pues bien, al administrar algunas drogas un cierto número de veces no solo se destruye la cerradura sino que también se inhibe la fabricación natural de endorfinas. El caso más patente es el de la heroína. Al consumirla el heroinómano intenta producir desde fuera lo que su organismo debería hacer por dentro. Efectivamente vive las primeras veces una sensación de euforia y relajamiento, pues debido a la droga se ha desconectado momentáneamente con aquello que produce estrés. Pero esto ocurre únicamente con las primeras dosis, en las que está forzando “la cerradura”. Lo terrible del caso (además de intoxicación y los efectos secundarios que producen) es que la capacidad del cuerpo para segregar y detectar endorfinas va disminuyendo, con lo cual el drogadicto se encuentra cada vez más desprotegido contra el dolor y el estrés. A partir de cierto momento el individuo no usa la droga en busca de esa primera sensación de bienestar o felicidad sino simplemente para no sufrir.

Además las llamadas drogas “duras”, otro tipo de estimulantes o relajantes como las llamadas “drogas autorizadas” entre las que están el alcohol y el tabaco ejercen efectos nocivos sobre nuestro organismo.

El alcohol produce una reacción de calma y relajación. Cuando se descubrieron las endorfinas se pensó que la absorción del alcohol podía estimular su liberación



ELEVAR EL NIVEL INTERNO DE MORFINAS



Aunque no se tiene idea clara de cómo hacerlo parece ser que el ejercicio vigoroso, aun por periodos cortos, puede hacer que se eleven los niveles sanguíneos de endorfinas por encima de lo normal durante varias horas. He aquí la propuesta de un mecanismo para elevar nuestro nivel de “morfinas internas” sin necesidad de recurrir a las drogas que como ya analizamos resultan totalmente nocivas.


Hay quienes dudan de esta de esta posibilidad y piensan que el ejercicio provoca una mejoría del estado de ánimo debido a uno de los siguientes mecanismos: el primero propone que simplemente mejora nuestro carácter como resultado de la satisfacción que alcanzamos al lograr una meta. El segundo requiere que el ejercicio nos distrae del estrés diario. En un estudio con 150 corredores se encontró que se sintieron mejor después del ejercicio los que habían puesto su atención en el paisaje que aquellos que habían pensado en sus relaciones personales.



Sin embargo hay muchas otras actividades que nos dejan una sensación de logro o que nos distraen sin producirnos el mismo bienestar que el ejercicio, como escuchar música, comer nuestro alimento favorito, ganar un premio etc. se ha sospechado que lo que verdaderamente nos mejora el estado de ánimo al hacer ejercicio es el aumento de la temperatura corporal ya que este efecto ha sido notado en las personas que toman saunas sin hacer ejercicio. Hay también opiniones acerca de que no es el ejercicio en si lo que nos hace sentir bien, sino en el lugar en que lo hagamos. Se ha demostrado que aquellos que realizan ejercicios al aire libre experimentan una mejoría en el estado de ánimo mayor que quienes realizan ejercicios en lugares cerrados. Esto indicara que para incrementar la sensación de bienestar quizá no se trata tan solo del tipo de ejercicio que se realice, sino también del lugar en el que este se lleve a cabo.



Por lo pronto tenemos una serie de evidencias que sugieren que en efecto el ejercicio mejora el estado de ánimo al grado de que algunos psiquiatras y psicólogos lo prescriben como parte del tratamiento para le depresión la ansiedad, por cierto con excelentes resultados.





El ejercicio regula la ansiedad, relaja los músculos tensos y la respiración y altera la bioquímica del cuerpo, de manera que en general se modifica la salud mental. Y aun si este no fuera el efecto primordial del ejercicio, existe muchos otros procesos que se benefician con la actividad física. Es sabido que el estrés y la ansiedad apatrones de reacciones físicas caracterizadas por tención muscular, respiración rápida y superficial, y estimulación de las glándulas suprarrenales que producen adrenalina. Estas manifestaciones proceden a la llamada “reacción de huida” En la que el cuerpo se prepara para actuar ante una amenaza.



Posiblemente hace millones de años esta era una acción adaptativa. A pesar de que la vida moderna no nos permite reaccionar o huir ante ciertas situaciones amenazantes, seguimos secretando adrenalina durante las situaciones de peligro y es así como esta sustancia se acumula en el cuerpo la acumulación excesiva de una sustancia que se libera en condiciones de estrés afecta al organismo y, nuevamente, es el ejercicio lo que nos ayuda a liberarnos del exceso de adrenalina.



Por si fuera poco la actividad física prepara al corazón y a los vasos sanguíneos para enfrentar el estrés de la vida diaria.



El ejercicio promueve además la dilatación de la cubierta interna de los vasos sanguíneos lo que en general mejora el flujo sanguíneo de los órganos de todo el cuerpo.



Como puedes ver, la liberación de endorfinas es tan solo uno de los beneficios físicos que obtenemos atreves del ejercicio. Ahora ya te podrás explicar mejor porque tus amigos no salen del gimnasio e incluso tal vez alguno se adicto al mismo. Es por esto que, no obstante los beneficios que el ejercicio trae al organismo, cabe mencionar aquí que como cualquier actividad no es recomendable el acceso y hay que considerar que existen personas “adictas” que insisten en repetir incansablemente sus rutinas aun acosta de su salud.



Edward Colt trabajo como medico durante el maratón de la ciudad de Nueva York y reporta que muchos individuos insisten en continuar corriendo a pesar de las lesiones que sufren en las piernas. Algunos incluso pretenden continuar cuando tienen fracturas, argumentando que el ejercicio los relaja lo suficiente para ni sentir el dolor.



Para tener acceso a todos los beneficios que promueve el ejercicio se recomiendan rutinas de ejercicio aeróbico como caminar, correr, nadar y el ciclismo deportes que le dan sustancialmente la frecuencia cardiaca. Si a todos los beneficios causados por el ejercicio constante y vigoroso añadimos la posible liberación de endorfinas nuestra “Droga interna de la felicidad” ¡Que mejor que habituarnos cuanto antes a esta actividad plana y placentera!



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